Me fascina pensar cómo la inteligencia artificial puede ayudarnos a aprender mejor. Así que hace unas semanas decidí ponerla a prueba, y crear una IA que te ayude a practicar entrevistas laborales en inglés.
Este es uno de los escenarios que más paraliza a nuestros estudiantes en Poliglota. La presión, el miedo a equivocarse, el no saber qué decir… Por eso me propuse crear un espacio seguro para equivocarse y volver a intentar.
Pero la verdad, no tenía idea de cómo hacerlo. Así que un fin de semana me senté y le pregunté a ChatGPT.

El rostro de la IA
Soy una persona visual, así que decidí partir por la interfaz. Me propuse crear un avatar: quería lograr que el usuario se sintiera realmente frente a alguien. Al principio pensé en hacerlo realista, en 3D, pero como mis habilidades no me aseguraban que no caería en el uncanny valley, opté por una ilustración.

Pimponeé un par de ideas con ChatGPT y así nació Anastasia, la entrevistadora virtual.
La llevé a Illustrator, la separé por capas (ojos, cejas, boca, pelo) y con JS le di movimientos sutiles para que no se sintiera estática: parpadea, gira la cabeza, gesticula.
Pero lo más desafiante era lograr que al hablar su boca cambie según los sonidos que pronuncia. ChatGPT me hizo una clase exprés de visemas (la posición de la boca al hablar, que se usa un montón en animación) y me ayudó a vincular los movimientos con un texto.
No es Pixar, pero funciona.

Cómo funciona por dentro
Mi idea de flujo era esta:
- Anastasia hace una pregunta en voz alta.
- El usuario responde hablando.
- El sistema graba la respuesta y transcribe el audio.
- ChatGPT analiza la respuesta y genera la siguiente pregunta.
Sé programar lo básico, pero no soy desarrollador profesional. Así que, otra vez, me apoyé en ChatGPT. A punta de vibe coding fui montando el mecanismo y la interfaz, y finalmente conseguí que detectara cuando el usuario habla o deja de hablar, que se conectara a la API de OpenAI para procesar las respuestas, que las mostrara como un chat y que en definitiva pudiera mantener una conversación. Ya estaba vivo, ahora faltaba darle el propósito.

Una entrevista que se adapta
Una de las grandes gracias de la inteligencia artificial, a diferencia de los algoritmos más determinísticos, es su increíble capacidad de adaptación. Eso es justo lo que quise aprovechar.
Antes de empezar, el usuario elige el cargo al que postula y su nivel de inglés. Yo armé una lista larga de profesiones que va desde veterinario hasta , pero también se puede escribir cualquiera.
Con esa información, Anastasia parte con un prompt tipo:
“Actúa como una entrevistadora profesional. Haz preguntas relacionadas al cargo y ajusta la dificultad según el nivel del candidato.”
A partir de ahí, la entrevista se adapta sola. ChatGPT analiza cada respuesta y decide qué preguntar después.
Si al usuario le cuesta o responde en español, baja la complejidad; si lo ve cómodo, sube el nivel.
Nada de guiones fijos. Solo una conversación que escucha y reacciona.

Evaluación en tiempo real
Después de cada respuesta, la IA evalúa cuánta información útil entregó el usuario: ¿respondió con claridad? ¿aportó ideas completas? ¿dio ejemplos?
Le asigna un puntaje del 1 al 5 y ajusta la dificultad según el resultado.
La entrevista no termina por cantidad de preguntas, sino cuando se cumplen dos condiciones:
al menos 4 respuestas útiles y una suma total de puntaje informativo de 14 o más.
Así se asegura que tiene suficiente información para hacer una evaluación justa.
El informe final
Una vez que la IA tiene suficiente información, la entrevista se cierra sola.
Hasta ese momento no había evaluado como tal, solo estaba reuniendo evidencia. Es recién ahí cuando revisa toda la conversación completa para estimar el nivel de inglés.
A través de la API de ChatGPT, la IA analiza las preguntas y respuestas, y se basa en el CEFR (Common European Framework of Reference for Languages) para
El informe final incluye el nivel estimado y un feedback de cómo mejorar. Todo breve, claro, y directamente basado en lo que dijo el usuario.

Que se sienta como una conversación
No quería que esto se sintiera como hablar con una máquina.
Quería que fuera fluido, amable y sobre todo relevante, porque eso es lo que realmente ayuda a aprender.
Y aunque sabes que es una IA, hay algo en cómo te escucha, responde y se adapta, como una persona real.

La oportunidad
La IA no viene a reemplazar a las personas, pero sí puede hacer algo que la educación tradicional muchas veces no logra: crear espacios de práctica infinita y muy personalizada.
Porque lo que más necesitan las personas para aprender no es más contenido, sino más momentos para usar lo que saben, con contexto, feedback y adaptación real.
Es como tener una trotadora que se ajusta a tu paso y te acompaña a entrenar cada día, para que cuando llegue la carrera -la interacción humana real- estés listo.
Ahí está el verdadero potencial de la IA en educación: no en reemplazar, sino en amplificar el potencial de aprendizaje.
Puedes probar el Simulador de Entrevistas acá