(Y no todos tienen diccionario)

Tal vez no hables francés. Tal vez nunca hayas conjugado un verbo en alemán. Tal vez el inglés te intimida, como si cada palabra fuera una barrera. Y sin embargo, te tengo una noticia: tú ya sabes aprender idiomas. De hecho, lo haces todo el tiempo.

La vida nos expone constantemente a nuevos lenguajes. No hablamos solo con palabras: nos comunicamos con gestos, con silencios, con códigos compartidos, con convenciones sociales que vamos incorporando sin darnos cuenta. Cada vez que cambias de contexto, aprendes un nuevo lenguaje.

¿No me crees? Miremos algunos ejemplos.

Piensa en el lenguaje del tránsito. No importa si manejas o no: aprendiste que una luz roja significa detenerte, que una línea discontinua tiene un mensaje distinto a una línea continua. Sabes cuándo ceder el paso, cuándo mirar a ambos lados. ¿Quién te enseñó todo eso? La experiencia. El contexto. La práctica.

O piensa en lo que sucede cuando conoces a alguien nuevo. Cada persona tiene su propio lenguaje: algunos son más directos, otros hablamos con rodeos o comunicamos más con los ojos que con las palabras n.n Y tú, de forma casi automática, empiezas a afinar tu comprensión, a sintonizar. Aprendes su lenguaje, porque eso es lo que hacemos los humanos para convivir.

También aprendiste el lenguaje del trabajo: cómo se escribe un correo formal, cuándo usar "atentamente" y cuándo basta con un "saludos". Aprendiste a leer entre líneas, a interpretar un emoji según quién lo envía, a entender cuándo un “jajaja” es genuino… y cuándo no tanto -.-

Y claro, hay otros ejemplos que nos sorprenden aun más. Basta con ver un video de alguien hablando con una vaca, un gato o un murciélago: esa comunicación es real, aunque no tenga palabras. Las personas y los animales aprenden a leerse mutuamente, a reconocer gestos, sonidos, miradas. Aprendemos el lenguaje de otras especies cuando hay vínculo, cuando hay escucha, cuando hay tiempo compartido.

Entonces, si aprendiste todo eso —sin clases, sin libros, solo con práctica y curiosidad—, ¿por qué habría de ser diferente con un nuevo idioma?

Aprender un idioma no es solo memorizar vocabulario: es habitar otras formas de mirar el mundo. Y eso ya lo has hecho antes. Muchas veces. Tal vez no se trate de empezar desde cero, sino de continuar un camino que ya conoces: el de aprender a comunicarte con otros. En otro idioma, sí. Pero con la misma curiosidad, la misma empatía y la misma práctica que te ha acompañado toda la vida.

Así que la próxima vez que sientas que no puedes con un nuevo idioma, recuerda: tú ya sabes cómo hacerlo.

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